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Banco de la Nación, otra vez

Por tercera vez estoy en el banco esta semana, las anteriores desistí así que luego de hacer la cola por 5 minutos me fui, con la esperanza de que al día siguiente la cola no fuera tan larga, hoy no hay opción, a la cola, cola de todos los colores, formas, tamaños y olores, es hora de almuerzo así que a muchos la gastritis les está marcando el reloj, mientras a otros lo hace el olfato, lo que obliga contar los ventiladores que hay, uno, para más de doscientas personas, el aire que entra por la puerta sale con la gente que ya terminó y no hay mas sistemas de ventilación.

3 meses, 80 años, hijos, viudas, jubilados, empleados, campesinos, varones y mujeres, todos siguen la línea trazada que nos muestra la cola, no necesitamos que nadie nos dirija la conocemos desde siempre, otra vez como siempre la voz chillona y mandona, ¡5,6,7!, ¡señor apague su celular! ¡está prohibido su uso dentro del banco!, ¡pase a la ventanilla ¡2!,¡3!,¡1!, pase, avanzo hacia el centro, al horno, donde todo se cocina junto, ideas, aliento, pies, pedos, sonrisas, conversaciones frívolas, y otra vez la voz chillona, ¡no hay sistema!, pero llevo esperando casi una hora, ¡no hay sistema señor!, y en cuanto tiempo vuelve, ¡en una media hora, o una hora!, Ayyy ni modo, no hay bancas, no hay aire, si hay gente, mucha gente, sus pensamientos vuelan solo a veces se encuentran, entonces ello se llaman con la mirada, alguien conocido, ¡no!, tal vez lo he visto antes y no lo recuerdo, ¡no! nunca lo he visto, o tal vez si, si en una cola del Banco de la Nación el mes pasado, o hace dos meses que más da, quien mierda será.

Zapatos, zapatos, zapatillas, pies, piernas, cinturas, ¡señora apague su celular!, un ratito por favor, ¡señora apague su celular!, todos miran con ojos sentenciadores a la fulana, una voz me susurra y me grita chicles, chocolates a un sol, algunos que se deslizan entre la gente que forma la cola, han encontrado la manera de ganarse el pan llevándole un chocolate a los que mastican los pensamientos, cuantos los tendrán en blanco, o llenos de cuentas del agua, la luz, el teléfono, la ropa, el colegio, la comida, el alquiler, el préstamo del banco tal, del banco cual, fui donde la ginecóloga, no avanza esta cola, y que te dijo la doctora, otros días si avanza rápido, que lentos, solo atienden tres de las trece ventanillas que hay, mamá estoy cansado, anda párate ahisito que hay aire, falta poco, ¡Cola! ¡Cola!, algún audaz que prefiere evitar la espera y la cola y los olores y los colores es rechazado en su intento, señor avance se está quedando dormido, yo trabajo en el rubro de servicios, alo, qué calor, estoy en el banco y no sé a qué hora saldré, ¡señora apague ese celular! Mary, Mary, ¡Señora apague su celular!, otra vez los ojos censuradores, otros me miran, son esos ojos huecos, sin brillo, sin mensaje, incapaces de comunicar que están frente a mí otra vez, nos hemos cruzado varias veces en la cola que va como un acordeón, ¡hora! ¡Esas ociosas!, se han ido a almorzar, avance, 10, 11, pase.

Falta de aire, de oxígeno, de bancas, de espacio, de respiración, ya no hay inspiración, solo faltan unos cuantos antes que yo, mientras una gringa de unos veintitrés, alta y muy saludable a los ojos de cualquiera que la mire, que entró hace un par de minutos está en la cola de atención preferencial reservada a las mujeres embarazadas o con bebes en brazos, discapacitados y adultos mayores y todos hacen que no la ven, que no han visto lo que hace, otros dos blanquitos y rubiecitos se meten de frente a la ventanilla, it`s ok this card?, todos miran, nadie respira, la de la ventanilla la atiende, is ok, todos suspiran, nadie dice nada, ¡pase a la ventanilla 13! ¡Atenta señorita! Una sonrisa que no se digna en mirarme, ¿Qué operación va a realizar?

Ángela Núñez del Prado